De materializarse, la extensión partiría en 2016 y operaría hasta 2046. "Estos recursos antes no eran competitivos y ahora, si se compara con la cartera de proyectos de la competencia, lo son".
Pero, claramente, no son los únicos que tiene en carpeta este ingeniero de L"Ecole Nationale Supérieure des Mines, que hizo gran parte de su carrera fuera de Chile, que fue director ejecutivo de la brasileña Companhia Vale do Rio Doce (CVRD), presidente de Collahuasi, que ocupó importantes cargos en Anglo American, en Rio Tinto y que hasta antes de su aterrizaje en Codelco era Presidente de Metales Base de BHP Billiton.
De cara al 2011, las fuerzas están puestas en batir el récord de inversión de este año, con poco más de US$ 3.000 millones. Una necesidad para combatir un problema que afecta a toda la industria: la caída en las leyes del mineral, derivada del envejecimiento de las minas. El alto plan de inversiones contempla cuatro proyectos estructurales: la segunda fase de la expansión de Andina, el nuevo nivel mina en El Teniente, Chuqui Subterránea y la construcción de la nueva mina Ministro Hales, recientemente aprobada.
En este contexto, una de las decisiones que Diego Hernández tomó durante este semestre y que por estos días más lo entusiasma, da cuenta de su estilo para hacer negocios: la intención de la estatal de prolongar por treinta años, a partir de 2016, la operación de la desahuciada división Salvador, cuyo cierre fue anunciado por primera vez en 2005.
¿Por qué ahora esta división se vuelve rentable? La respuesta es simple: "Estos recursos antes no eran competitivos y ahora, si se compara con la cartera de proyectos de la competencia, lo son", explica Hernández. Agrega que el mercado ha cambiado y que la calidad de los proyectos de las otras empresas se ha deteriorado.
"Aunque menor, esta división actualmente aporta a los excedentes de la empresa, porque sus costos directos son de entre US$ 1,4 y US$ 1,5 por libra (versus un precio que supera los US$ 3 como promedio anual)", agrega el ejecutivo.
La decisión no está tomada, pero la idea es acelerar los estudios para evaluar la factibilidad de explotar por rajo abierto lo que quede en Salvador subterránea, donde hay leyes de 0,5%, altas respecto a las de otros proyectos en ejecución. "Esto supone 30 años de vida útil a esta división con una producción de entre 150 mil y 200 mil toneladas de cobre fino anuales, un nivel similar al de Gaby", ejemplifica Hernández
Los pasos que vienen son completar los estudios, pero todo apunta a que el proyecto podría estar operativo a partir de 2016.
De concretarse, la inversión será de más de US$ 2.000 millones -aunque con la ventaja de contar con la infraestructura que ya existe en Salvador-, una cifra similar al proyecto estrella del grupo Luksic, Esperanza.
Fuente: El Mercurio
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